Capítulo 28

Siento que todo da vueltas a mí alrededor, Hernández cierra la puerta. Estoy de vuelta en mi apartamento.

—Vanessa si hay algo que pueda hacer…— escucho el susurro de su grave voz pero no me animo a mirarlo, siento vergüenza y pena por mí.

Niego con la cabeza y camino a mi cuarto, repaso una y otra vez la situación que acabo de vivir, Bruno, con dos rubias, su clavícula y cuello marcado con besos, aprieto los ojos, están inundados de lágrimas.

Me hago un ovillo en mi cama, la que ahora parece muy amplia. ¿Cómo pude haber sido tan tonta para pensar que conmigo él tendría suficiente?, ¿Qué ya no necesitaría de ninguna otra mujer?

No sé cuando tiempo pasa hasta que escucho como alguien entra a mi habitación.

—Vanessa —y pronto sus largos brazos me cubren, reconozco su voz, es Tomás—. Lo voy a

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