El resto de la noche la he pasado llorando. Miro hacia la ventana y el primer rayo de sol comienza a salir. Tengo que ir al hospital, distraerme y concentrarme en los pequeños. Decido tomar una ducha caliente, no he podido dejar de llorar desde anoche, ¿pero que ridículo he hecho?, salgo del baño y me coloco la ropa después de secarme es cuando escucho el timbre.
—¿Si?— contesto en el altavoz.
—Señorita Carballo tengo una entrega para usted— me limito a dejarlo pasar y en pocos minutos están llamando a mi puerta. Al abrirla me encuentro con el arreglo de rosas rojas más grande que pude haber visto en mi vida.
—Sí, ¿señorita?— me inclino hacía un lado y puedo ver al hombre que al llevar semejante regalo se miraba tan pequeño
—Disculpa, ¿Quién las manda? —Busca primero un lugar donde poner el matorra