—¿Quién te viera, Franklincito?
—Alana, detesto que me digas de esa manera. Me estás avergonzando. —Mientras Evelyn reía por verlo, así como si fuera un acosado, mirando hacia todos lados, no podía negar que su querido amigo, se veía diferente hasta guapo en ese traje, aunque mejor le caía el de camiseta negra y delantal del mismo color.
—No rías mucho, Evelyn, que te ves extraña en uniforme.
—Alana, te está atacando, no, yo, mírame, estoy tranquilita en mi lugar, esperando mi helado. ¿Le podrían agregar pecanas?
—Pediste de menta y encima le quieres agregar pecanas, eres un anti fan del buen gusto del helado.
—Imaginen, esa combinación de sabores, se me hace agua la boca de solo imaginarlo, pero primero voy al baño y ya regreso.
—Te acompaño.
—Alana, no me voy a perder, ya he venido aquí muchas veces, no demoro, te lo aseguro, no vaya a ser que se derrita mi helado.
Una vez alejada unos metros, Alana quedó viendo cómo Frank no dejaba de ver el caminar de Evelyn hasta que esta se esf