—Deberíamos ir a una clínica para que una doctora te vea.
—¿Doctora? —preguntó ella.
—Princesa, para que te cuides— Aunque la tenía sobre su pecho, podía sentir como las mejillas se le calentaban, la ternura que emanaba de ella, era demasiado para su cuerpo, nunca le había pasado que reaccionara ante actos tan simples, mucho menos con una mujer como ella “¿Por qué me siento así, que me pasa?” Se repetía él una y otra vez.
—Alana, ya me lo había dicho, príncipe, ¿no quieres tener hijos conmigo? — Ella no podía mirarlo, no era capaz de ver sus ojos cuando le rompiera la ilusión, no tal vez hoy, pero algún día.
Sebastián no pudo evitar la sorpresa por aquella pregunta, hasta sentía que el aire le faltaba, empezó a toser, se estaba atorando con su propia saliva, Evelyn no podía evitar preocuparse, pero a la vez sentirse triste, tal vez él no la veía como la madre de sus hijos, “Porque soy una gorda horrible, me voy a ver como una ballena, seguro por eso, eres un asco Evelyn Carter”
—Preci