Estoy sentado en la sala, rodeado de una atmósfera tensa y cargada de emociones. Ocaso y Xylara están frente a mí, y puedo sentir la tensión entre ellas.
—Vamos Xylara —dice Ocaso, su voz llena de desafío—. Dilo, repítele a Venco lo que me dijiste.
Xylara me mira, y luego se vuelve hacia Ocaso.
—No sé de lo que estás hablando —dice, su voz suave pero firme.
Ocaso se ríe, una risa amarga y sarcástica.
—¿Cómo no? —dice—. Me dijiste que Venco te pidió que fueras a su habitación. Me dijiste que estaba segura de que él te ama, y que yo debería irme porque entre ustedes dos hay una conexión muy fuerte.
Me siento incómodo porque eso es mentira y es increible los alcances de Xylara.
—Un momento —digo, levantando la mano—. Yo en ningún instante te dije a ti que fueras a verme, Ocaso. Ella me miente.
Xylara me mira, y luego se vuelve hacia Ocaso.
—No sé de lo que estás hablando —repite—. Yo jamás he hablado contigo.
Ocaso se enfurece, su rostro enrojecido de rabia.
—Eres una mentirosa —dice—. F