Debía contarle a Jack. Ahora sentí que podía. Esa conversación fue más sanadora de lo que me imaginaba. Y aunque me preguntaba si realmente su doble personalidad estaría controlada, quise creer en él.
Llegó la noche y Jack volvía al hotel después de su entrenamiento. Entró y me dio un beso en la frente, quise llamarlo pero rápidamente se fue a la habitación. Lo seguí por el pasillo y me detuve en el umbral de la puerta.
—Jack...
—¿Cómo te fue en las tiendas? —preguntó, sin apartar su vista del closet mientras sacaba ropa.
—Ah. Bien.