CAPITULO 27. Seguro de nada
CAPITULO 27. Seguro de nada
Carlotta estaba fuera de sí. Gritaba tanto que su voz se quebraba, y el aire parecía cargado con su furia.
—¡Esto no puede estar pasando! ¡Es un robo! —vociferaba, agitando los brazos con tanta desesperación que los criados de la casa se miraban entre ellos sin saber si ayudarla o esconderse.
Su rostro, normalmente impecable y altivo, estaba descompuesto. El maquillaje corrido le daba un aire casi grotesco, pero ella ni se daba cuenta. Se abalanzaba sobre los recaudadores, trataba de detenerlos con insultos, con amenazas, incluso con súplicas desesperadas.
—¡No tienen idea de quién soy yo! ¡Voy a llamar a mi hijo, él los va a detener!
Sacó el teléfono con manos temblorosas, y marcó una y otra vez el número de Henry. Pero nada. La llamada iba directo al buzón, y cada intento frustrado solo aumentaba su histeria.
—¡Contesta, Henry! —chillaba, apretando el aparato contra su oreja—. ¡Contesta maldit@ sea, que nos están saqueando la casa!
El señor Sheppard apare