AMOR EN TIERRAS SALVAJES. CAPÍTULO 24. Diferentes
AMOR EN TIERRAS SALVAJES. CAPÍTULO 24. Diferentes
Carter abrió la gaveta inferior del aparador y sacó un marco de madera clara. Lo sostuvo con cuidado, como si el objeto guardara un fragmento frágil de una vida que aún pesaba. Chelsea observó el gesto con atención, sintió un repentino nudo en el estómago y una duda que creció con cada segundo de silencio. Carter inhaló despacio y le extendió la fotografía.
—Júzgalo tú misma —dijo.
Chelsea tomó la foto con ambas manos y sintió un ligero estremecimiento. La imagen mostraba a una chica rubia, de piel clara y ojos enormes. Su rostro poseía una suavidad casi infantil; las mejillas redondeadas, la nariz pequeña, los labios curvados en una sonrisa dulce y luminosa. Parecía una muchacha que irradiaba calma y ternura. La clase de persona que iluminaba una habitación sin esfuerzo.
Chelsea tragó saliva.
—No, no nos parecemos —murmuró, observando la foto con detalle—. Para nada. Ella era… muy delicada.
Carter asintió, con los hombros tensos.
—Sí,