324. DEJÁNDOME LLEVAR
KIERAN:
Antes de que pudiera reaccionar, Atka ya había tomado el control de mi cuerpo y estaba devolviendo su beso con la misma intensidad. Su súplica estaba cargada de una vulnerabilidad que era imposible de ignorar. Ángela se había convertido en una tormenta de emociones frente a mí, y todo lo que quería era perderme en el abrazo de aquel remolino. Durante un instante, las razones y los porqués se desvanecieron, dejando solo el latido de dos corazones que buscaban compás.
“La deseo, Kieran. La necesito. Vamos a complacerla”.
No me negué, no deseaba hacerlo. Retomé el control de mi cuerpo, dejando que mis manos encontraran su rostro, el cual besé deliberadamente, despacio. No había necesidad de decir nada; era puro instinto, puro deseo. Sentía su necesidad vibrar entre nosotros, y cada fibra de mi ser respondía al llamado de aquel deseo al que ambos nos aferrábamos con anhelo.
—Ángela —susurré, entre nuestras respiraciones ya agitadas. No tenía intención de resistirme a lo inevitabl