KIERAN:
La había sentido desde que salió de su habitación. Después de que todos se retiraron, permanecí en mi despacho a oscuras, como era mi costumbre. Era un lobo; no necesitaba la luz artificial de los humanos para ver. Me concentré, dejando el control a mi lobo, Atka. Con nuestro oído, podíamos escuchar todo lo que hacía la humana. No había subido a dormir; estaba demasiado preocupada para hacerlo.
Sentí su duda cuando se detuvo frente a la puerta. Por un instante, creí que no abriría, y fue demasiado tarde para esconder los ojos dorados de Atka cuando lo hizo. Por eso la seguí al jardín; quería saber exactamente qué buscaba en la madrugada en mi despacho. Era hermosa, y realmente podía sentir mi energía mística palpitar cerca de ella. Bajé todas mis defensas y me dejé arrastrar por mis instintos de alfa, cuan