CLARIS:
El bosque a mi alrededor parecía estar conectado conmigo mientras observaba al impresionante lobo negro como la noche, con ojos dorados que me miraban fijamente, como si esperara que hiciera el primer movimiento. Era tan enorme que mi mente buscaba desesperadamente una comparación con los lobos de los documentales, sin encontrar ninguno de esas dimensiones. Kieran no estaba por ningún lado; me había guiado hasta este claro, donde el aroma a tierra y el sonido de un arroyo cercano llenaban el aire. Los ojos del lobo, fijos en mí, brillaban de una manera inusual; estaba allí, mirándome sin acercarse. Se echó con la cabeza apoyada sobre sus patas y miró a lo lejos, hacia el hermoso paisaje.
—Kieran —llamé quedamente, viendo cómo el lobo movía las orejas y volvía a mirarme, arrastrándose lentamente hacia donde estaba yo, sentada en la hierba. Rozó su n