KIERAN:
Los tres lobos se retiraron con la dignidad que pudieron mantener, aunque sus posturas rígidas y pasos tensos revelaban, al menos para nosotros, su frustración. Claris siguió con la mirada a Vikra, lo que hizo que mi lobo Atka se agitara inquieto. Los celos me llevaron a formular una pregunta que apenas pude contener.
—¿Son...? —me detuve a tiempo, consciente de que no tenía derecho a interrogarla. —No, no —negó rápidamente Claris, quizás demasiado deprisa—. Solo nos conocemos desde ayer y, cuando veníamos hacia acá, me propuso ir a bailar. Somos nuevas en la ciudad, no vi por qué no podía acompañarlo. Se detuvo abruptamente, como si acabara de percatarse de que me había dado una explicación que no me debía, y se sonrojó, bajando la mirada ante mí. El gesto sumiso de su parte hiz