108. HAZ CONOCIDO EL AMOR
Me quedo congelado, mirando a Clío, mientras trato de hacer que mi mente eche a funcionar, porque en estos momentos se ha quedado en blanco. Me acerco a ella despacio y la giro por los hombros, luego tomo sus manos y las beso repetidamente, tratando de encontrar las palabras que me hagan derribar ese muro que ella está construyendo entre nosotros. Tomo aire y le pregunto:
—¿Puedes contestarme algo, Clío? ¿Cuándo en tu vida has tenido a alguien que te ame? ¿Por qué quieres escoger el sufrimiento, en vez de llenarte de valor, dejar salir todo ese miedo que te está consumiendo y ser feliz a mi lado, al lado de nuestro Alan?
Me detengo mirándola fijamente. Ella me sostiene la mirada con una mezcla de admiración y sorpresa; por eso me lleno de valor y continúo:
—¿Cuándo has dejado que un hombre te bese hasta sentir que vuelas por el firma