Auren
La luz del amanecer se filtraba por las cortinas de mi habitación, dibujando patrones dorados sobre el suelo de piedra. Me encontraba frente al espejo, observando mi reflejo como si fuera el de una extraña. Ya no era la sombra que había sido toda mi vida, la hija ilegítima criada para pasar desapercibida. Ahora, cada movimiento que hacía resonaba en los pasillos del castillo, cada palabra que pronunciaba era analizada, cada mirada interpretada.
—Auren, la hija bastarda del Rey —murmuré a mi reflejo—. Auren, la pieza de intercambio. Auren, la espía. Auren... la jugadora.
Ajusté el corsé de mi vestido azul medianoche, un color que había elegido deliberadamente. No era el rojo de la pasión ni el blanco de la inocencia. Era el color del cielo nocturno, misterioso y profundo, el color de los secretos bien guardados.
Tres golpes suaves en la puerta interrumpieron mis pensamientos.
—Adelante —dije, sabiendo perfectamente quién era.
Kael entró con la elegancia felina que caracterizaba t