POV – ARMANDO.

Había pasado un mes desde que Carla desapareció y cada día sin noticias era una daga clavada en mi paciencia. La mansión se había convertido en una fortaleza: guardias en cada entrada, vehículos blindados, protocolos de seguridad que hacían que hasta salir al jardín pareciera una operación militar.

Y aun así, yo no tenía paz. Valeria trataba de mostrarse fuerte por los niños, pero yo veía en sus ojos el miedo, la desconfianza de cada sombra. Vanessa había dejado de dormir tranquila, y Alessandro… mi Alessandro, que apenas empezaba a descubrir el mundo, ya crecía rodeado de hombres armados. Esa no era la vida que soñé para mis hijos.

Cada noche me repetía que debía terminar con esto. Pero Carla seguía siendo un fantasma, más peligrosa en la sombra que en cualquier enfrentamiento directo.

Hasta esa tarde.

Estaba en mi despacho, revisando documentos, cuando sonó el teléfono seguro, el que solo usaban mis hombres más cercanos. Contesté de inmediato.

—General, tenemos algo —