¡No la puedo matar, me gusta!

Un sueño dónde por fin era libre y feliz, era el que Alina tenía, el el sueño sus padres fallecidos estaban con ella y prometían cuidarla, a la joven se le llenó el corazón de alegría, pero por desgracia ese sueño le duró muy poco

En una blanca habitación privada, Alina abría los lentamente, sus largas pestañas se movían como alas de mariposas negras, a lo lejos podía escuchar unas voces pero no distinguía de quién se trataba

¿Dónde... dónde estoy? ¿qué me pasó? ¡haaaaay, me duele la cabeza!

Dorían y su asistente Aníbal estaban con ella, el médico de inmediato se apresuró a revisarla, con una pequeña lámpara revisó sus ojos y su movilidad, después con un pequeño martillo golpeó sus pies y sus rodillas, afortunadamente todo respondía de manera normal

Por fin a despertado señorita Altamirano, ¿cómo se siente?. - el amable asistente se había acercado a preguntar

Me duele, me duele el lado derecho de la cabeza, ¿qué me pasó?

¡Pasó que saltaste del balcón a la maldita piscina cómo si pudie
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