A la mañana siguiente fue cuando Eric entró en la habitación llevando un ramo de rosas rojas en su mano, besó mis labios sentándose a un lado de la cama. Johana aprovechó el momento que yo ya no estaba sola para bajar a desayunar a la cafetería, ya que no puede convencerle para que se fuera a su casa esa noche
— ¿Por qué no me dijiste que estabas embarazada? — preguntó Eric
— No se dio el caso — contesté
— Lo que me importa ahora es, que te pongas bien y podamos volver a Seattle, estaré aquí hasta que te den el alta mi amor — me dijo Eric
— No Erik, no volveré contigo por ahora, me quedaré en casa de Johana hasta que me recupere, pero de todas formas muchas gracias.
— Katia si me lo permites, me gustaría hacerte una pregunta
— Fue un rollo de una noche, en el que no tomé las precauciones oportunas, ¿contestada?
— Buenos días, ¿Cómo está mi enfermera preferida? — preguntó Mario sonriendo cuando entro en mi habitación
— Me duele un poco el abdomen, pero estoy bien — contesté
— Er