Los ojos del pelirrojo se cierran por un momento, disfrutando de la sutil caricia que recibe en la mejilla, su mente rápidamente da una vuelta donde dispara por todo su cuerpo la paz de quien vuelve a sentir un toque perdido.
La puerta se abre sin previo aviso, cortando el aire intimo que se había comenzado a formar entre ambos. Lord Alistair entra, firme, imponente, con esa autoridad natural que hace que incluso el silencio se enderece.
Franco reacciona primero que Siena y se pone de pie de inmediato, casi sobresaltado, soltando la mano de Siena como si recién notara que aún la sostenía.
—Señor… —empieza, apresurado, con la voz cargada de la necesidad de explicarlo todo antes de que un mal entendido tuviera siquiera tiempo de gestarse—. Todo esto fue un accidente. Kirsteen me pidió que la enseñase a cazar, pero ninguno notó la presencia de Alexander y sus invitadas. fue un accidente, la señorita perdió el control del caballo, yo solo…
Lord Alistair alza una mano. El gesto basta para