CAPÍTULO 71

—Amiga, ¿cómo se siente estar en este motel tan cutre? —Se echó a reír, mientras que Elizabeth comenzaba a ponerse nerviosa—. ¿Me dejas pasar?

La rubia Elizabeth Cord tragó grueso, le dio escalofríos esa inesperada visita.

Dejó entrar a la esposa de Gael y cerró la puerta.

Tamara, justo al entrar, se detuvo en seco, quedándose de pie. Miró a su alrededor, el lugar estaba limpio, ordenado y no olía mal, como a café y perfume de mujer. Divisó una maleta vacía, rectangular y de ruedas, abierta de par en par sobre la única cama matrimonial del lugar.

—¿Sacaste cosas de tu apartamento? ¿Gael no te dijo que no te llevaras nada? ¿Qué empacarás allí? —Señaló la maleta de forma despectiva.

—No saqué nasa de mi piso —respondió Elizabeth, vestida con un pantalón de tela gruesa color negro, un top del mismo tono y encima de éste, un chaleco color mostaza con grandes botones al frente de color marrón claro—. Compraré algunas cosas con el efectivo que me dio el trabajador de tu esposo cuando me tr
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