Sofía sintió un poco de alivio al escuchar eso, provocando que sus lágrimas se secaran de manera momentánea.
Caminó hacia la gran sala de la casa de Larry y sonrió.
—Niñas, un abrazo, ¿quieren? Ay, qué rico —dijo ella abrazando a las hijas de su amigo, niñas que ella sentía como sobrinas—. Ya nos vamos… ¿Liam?
El hijo de Sofía sonrió con tristeza y le dio un abrazo a cada niña. Tenía pena y no quería hacerlo, pero no tuvo problemas con complacer a su mamá.
La maestra les dijo a las princesas de ese hogar unas bonitas palabras y les dijo a las dos al mismo tiempo que pronto se verían.
—¿Estás lista? —preguntó el detective a través de una llamada.
—Estamos en toda la puerta —informó ella.
—Sal ahora.
Sofía se fijó en Larry y en Fabiola. Abrazó al primero muy fuerte, mirándose luego a las caras. Todo era demasiado pesado y complicado para esa amistad forjada desde hace años. Luego, las mujeres compartieron un abrazo también, diciéndose cosas buenas, deseándose todo el bien.
Leone