Palabras que ofende.
Continuación:
Narra Matías
—Nada…, acabo de entrar— el miro hacia las puertas, terminé mirando junto a él dándome cuenta de que Daniel las había dejado semiabiertas.
—¡Qué bueno, morro!, pero cuando un hombre quiere dialogar con otro, de macho a macho con pelo en el pecho no se esconde, llega de frente mostrando valentía.
—Ahora salga de ahí y dígame en qué lo puedo ayudar—, me gustaría verlo usando un sombrero y bota de vaquero, se ve guapo el muchacho.
«Pelinegro» no sé por qué mi cabeza me llevó a dudar que el muñeco con pelo de maíz de Sebastián tenga vela en este entierro, para mí que mi capricho le ha jugado chueco, pero eso no son mis problemas o tal vez esté equivocado.
—Divórciese de mi mamá, ella es la mujer de mi papá Sebastián y no quiero que esté con usted— me quedé sin palabras por unos segundos y Daniel alzó las cejas. Agradezco que no sea Tobías el que esté aquí en este momento.
—¿Qué me darás a cambio?
—Lo que usted quiera, pero debe dejarla, ella está tonta, por eso