Capítulo 39. Decide tu papel
Al abrir la puerta y entrar se dio cuenta de que el hombre tenía una radio encendida reproduciendo sonidos de Fénix llorando y hasta de un arma automática siendo accionada, mientras sostenía a la pequeña en los brazos con una expresión de maldad.
—Hola, Maya, siento mucho haberte asustado… es que a Fénix le gustan los sonidos de su propio llanto y la de las armas… ¡Las adora! —exclamó con una sonrisa siniestra.
Al ver su rostro, Maya sintió que las piernas le temblaban, no se podía sostener, por eso caminó casi a rastra hasta la cama mientras le pedía a la niña.
—Por favor Andrade, dame a la niña —dijo en tono suplicante.
—¿Qué pasa cielo? ¿Estás asustada? ¿No me digas que crees que soy capaz de hacerle daño a nuestra hija? —pronunció.
De pronto Andrade tomó a la pequeña Fénix y la lanzó hacia arriba desafiando las leyes de la gravedad, ante los gritos desesperados de Maya y el llanto desconsolado de la pequeña.
Atrapándola luego, ante una risotada que provocó un sudor frío en la esp