Israel y Ernesto intercambiaron una mirada cargada de tensión. Sin decir una palabra, Israel, quien ocupaba el asiento del copiloto, introdujo la mano en el bolsillo interior de su abrigo y sacó un sobre que extendió hacia Ariel.
Ariel lo tomó con rapidez, su rostro crispado mientras rompía el sello. Al sacar el contenido y leer lo que tenía en sus manos, se quedó inmóvil, como si el aire a su alrededor hubiese desaparecido. La sorpresa lo golpeó ante lo que leía; miraba con incredulidad y confusión el papel en su mano. Antes de que pudiera reaccionar, Camelia le arrebató los papeles de las manos y los miró con el ceño fruncido. Allí, entre sus dedos temblorosos, sostenían una prueba de paternidad… pero no de uno, sino de dos niños por nacer.—Ella asegura que uno está dentro de ella y el otro, dentro de su recié