Erick negó. “Todo ese poder y prestigio del que hablas nunca te perteneció, sé que eras solo un empleado en la empresa y embaucaste a mi madre para que te dejara todo antes de hacerla desaparecer”
Erick siguió. “La encontraré pronto y le devolveré todo lo que es de ella, tu pagaras en la cárcel”.
El hombre mayor se exaltó. “¡Todo es mío! ¡Yo trabaje por ello! ¡No puedes quitármelo!”.
Varios hombres entraron a la oficina, eran agentes especiales que llevaban el caso de lavado de dinero.
El señor Raúl los observó y se oprimió el pecho. Tenía dificultades para hablar. “No... me quitarás …nada…” Cayó en el suelo inconsciente.
Tamara se acercó asustada y lo movió. “Raúl, Raúl”. Miro a Erick. “¡Mira lo que le hiciste a tu padre!”.
Erick solo la miraba fríamente, giró para ver a los hombres. “Llévenlo al hospital para un chequeo, vigílenlo hasta que se lo lleven preso”.
Los hombres asintieron y se lo llevaron. Tamara miraba a Erick con miedo. “Erick…nuestro hijo…”
Erick negó callando