VEINTICINCO

...

El sonido de mensaje entrante pilló a William con los ojos abiertos y la mirada perdida en algún punto del techo de su habitación. Elena se removió a su lado, pero siguió durmiendo.

William se incorporó sobre su brazo derecho y estuvo tentado a borrar el correo sin siquiera echarle una leída. Si no lo hizo fue porque ya estaba más o menos atrapado en el juego de esa chiquilla y se moría de ganas de leer lo que ella tenía que decir.

Le bajó la iluminación a la pantalla del teléfono para evitar que Elena despertara y entonces, comenzó a leer:

"Lo más terrible era que, acompañado de la perdida de esa no

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