SETENTA Y CUATRO

...

William no pudo eludir más tiempo el llamado a declarar por la muerte de Aaron. La fiscalía de Matanza se consiguió una orden del juez y se presentó ante su apartamento cuando eran las diez de la mañana del día sábado.

Que oportunos, ¿no?

Recibió la orden, con el apercibimiento legal destacado en negrita, y cerró la puerta emitiendo un largo suspiro. Contempló un momento el papel y luego lo dejó sobre la mesa de la cocina.

Del refrigerador, sacó leche, huevos y fruta. Puso el hervidor y comenzó el proceso de preparar un desayuno que esperaba no terminara en desastre. Nunca había preparado huevos revueltos, pero

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