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Elena marcó a William para contarle por fin que había reservado unos días en las Bahamas. No tuvo suerte durante la mañana y solo pasado el mediodía logró que William atendiera el teléfono. Sin embargo, no estaba muy dispuesto a hablar.
— Te tengo una sorpresa — le dijo, emocionada.
— No tengo mucho ánimo para sorpresas, Elena — respondió William y de verdad parecía que no había tenido un buen día. Su voz se escuchaba apagada.
— Vale, pero esta es una buena sorpresa — intentó.
— ¿De qué se trata?