Lucía
Me remuevo lentamente del abrazo de David, miro por la ventana y ya ha oscurecido o es que está a punto de caer una gran tormenta. Me pongo de pie y camino hacia la terraza donde está la que se convirtió en mi piscina favorita, me siento en la orilla completamente desnuda y el sentimiento de ser completamente primitiva me invade, algo así como Jane de Tarzan.
Siento el agua fresca en la planta de mis pies, tomo una gran bocanada de aire y mis pulmones se sienten vivos. Este lugar es muy privado y relajante, hasta llegar al punto de preguntarse cuán necesario es que todos alguna vez se pierdan para volver a encontrarse.
Corre un aire húmedo que me estremece, cierro los ojos y percibo un ligero ruido, como de pisadas, así que me giro en dirección a donde está