Megan
He terminado de entrenar, seco el sudor que corre por mi rostro y salgo del cuarto de gimnasio para subir a mi habitación, necesito una ducha.
—Megan, tu padre se ha tratado de comunicar contigo, quiere verte —dice Dona
—Le llamaré —digo y subo las escaleras de forma rápida hasta llegar a la habitación y encontrarme con un par de llamadas perdidas de él. No dudo en llamarlo.
—Hija —responde
—¿Qué pasa papi?, es muy temprano para llamar, ¿has dormido bien? —pregunto de inmediato
—Si hija, es solo que necesito que vengas a casa, en este momento —su respuesta me parece algo extraña
—¿Te sientes mal?, ¿has tomado tus pastillas?, padre no quiero que…
—Estoy bien hija, solo que tengo que hablar contigo personalmente, ahora mismo —su premura me parece extraño.
—Iba a ducharme y…
—Ven ahora mismo Megan —carraspeo
—Bien, llego en dos minutos —y la llamada se termina. No entiendo la postura de mi padre, no ha sucedido nada, todo ha salido muy bien en la última reunión con el psicólogo