Siempre los voy a proteger.
La vocecita del pequeño Alexandro, fué lo que saco del trance al CEO ruso, su furia era tanta que estaba por matar a ese bastardo.
— Papá, ya suelta a ese señor. Ya le enseñaste una lección, si lo matas mamá se va a molestar, recuerda que está embarazada y no debemos darle disgustos.
A Sergey se le vino a la cabeza la imagen de su mujer, por un momento imaginó sus hermosos ojos azul violeta enfadados con él por asesinar a un hombre y se detuvo de inmediato.
— Llamen a la ambulancia, este tipo va a necesitar ayuda. Y que les quede claro a todos que a cualquiera que ofenda a mis hijos o a mi mujer, le va a suceder lo mismo.
El CEO se pasó la mano con los nudillos sangrando por el cabello y pidió su saco y su reloj para ponérselos de nuevo.
— ¡Papá, nos defendiste, nadie se va a atrever a molestarnos de nuevo!
— Mientras yo viva voy a protegerlos siempre a ti y a tus hermanos Alexandro. Ahora vamos a su salón, no deben llegar tarde.
No se hicieron esperar los susurros