Del coche brincaron los tres bodoques ayudados por su padre, hubo uno que le pidió que lo cargara fingiendo que le dolía una pierna.
— Papá, hace rato me lastimé el piecito, ¿Puedes cargarme.
El CEO dejó escapar el aire, asintió sin importarle si arrugaba su traje, aunque eso no pasaría ya que era muy cuidadoso.
— Ven aquí Alexander, ¿Te duele mucho el pie? Si es así deberíamos ir a qué te revise un médico, no quiero que empeores de salud
— Si papá me carga voy a estar bien. — Alexander se dejaba consentir por primera vez, siempre habían sido sus hermanos menores los que aprovechaban los cariños de su padre.
— Papá, a mi también me duele la piernita, ¿Puedes cargarme? Puedo empeorar si no me cuido.
— Si te duele mucho buscaremos un asiento para que no te muevas de ahí, si te sigue doliendo después de la boda civil te llevaré al médico para que te inyecte, Alexandro.
— ¿Qué...? ¿Quieres que me inyecten y que sufra más dolor? ¡No quiero ir con él médico, quiero que pap