Aunque cruzamos nuestras miradas Mario y yo, no quise decirle a Robert quien estaba también en el Club, esperando a que Mario y su amigo se marcharan, pero en vez de marcharse, lo que hicieron los dos es acercarse hasta donde estábamos los cuatro sentados
— Buenas noches, Robert ¿me permites que baile con Sofia? — preguntó Mario
Robert y yo nos miramos, viendo el semblante de su cara muy serio
— Lo siento Mario, pero prefiero estar con mi prometido — le dije
— Pro, prometido ¿has dicho? — preguntó Mario tartamudeando
— Si eso dicho, por cierto ¿donde has dejado a tu esposa esta noche?— pregunté, viendo cómo de pronto y sin esperarmelo Mario se giro marchandose de aquel lugar seguido por su amigo Leandro
— Gracias por hacer lo que has hecho, te amo Sofia — me dijo Robert mientras mordisqueaba mi cuello
Ya de madrugada y cansados nos marchamos del club, subimos al coche de Robert viendo que no cogía la dirección que nos llevaba a mi casa, pero no quise decirle nada, cuando aparco el coc