Un dia estabamos paseando Claudia y yo con mi pequeña en su cochecito, cuando una gran limusina se paro enfrente nuestra mirándonos las dos con cierta extrañeza, ya que vimos bajar de aquel vehículo a Mario, acercándose a donde estábamos las dos con mi hija
— Hola Mario, me alegro de ver que ya estas bien ¿como estas? — le pregunté
— Estoy bien gracias, Sofia tenemos que hablar muy seriamente tu y yo – me dijo Mario
— Está bien como quieras ¿donde quieres que hablemos?
— ¿Claudia te puedes encargar de mi hija, mientras hablamos Sofía y yo? — preguntó Mario a Claudia
— Si claro, no os preocupéis por ella, no vemos en casa Sofía — me dijo
— Por favor Sofía, sube al coche, hablaremos mejor en mi casa, allí no nos molestara nadie — me dijo
— Lo siento Mario pero prefiero que hablemos en mi casa si no te importa y que la limusina aparque un poco lejos — le dije, viendo extrañeza en la cara de Mario
— De acuerdo, como tu quieras — me dijo
Nos marchamos a mi casa los tres con mi pequeña en