Algún lugar al Norte de Noruega
Agosto y septiembre pasaron con tal rapidez que Lara sólo se dio cuenta del transcurso del tiempo cuando vio a Evelett envuelta en un grueso abrigo de lana gris, jugando con Scott en los montones hojas doradas y rojas que habían caído ya de los árboles. Su presencia en el campamento había dejado de ser una novedad desde hacía mucho, pero aún los stark se acercaban a ella para tocarla o para pedirle protección, como si sólo con sus buenos deseos ya fuera suficiente para guardarlos del peligro.
La vida se había hecho más sosegada en unos sentidos y mucho más agitada en otros. Tanto ella como Evelett se habían acostumbrado con facilidad a la rutina de las familias, y pasaban el tiempo aprendiendo todo lo que podían. Lo único que desagradaba a Lara era la constante presencia de Dom