Imperio es una mujer que lleva dieciocho años de casada con Valerio, se casó muy joven cuando salió embarazada de su hija, pensaba ese amor duraría para toda la vida, sin embargo, al pasar el tiempo el amor se enfrió, se convirtió en una esposa trofeo, su esposo no la hace ya sentir ese fuego que en otro tiempo la cautivó, de hecho, ya ni siquiera mostraba ningún interés sexual por ella. Por su parte, Tristán es un hombre joven de Veinticinco años, sobrino de Valerio y con un futuro brillante, quien viene a darle a Imperio, el impulso para cumplir sus metas y calentar de nuevo su corazón ¿Podrá Imperio resistir la tentación de una relación prohibida? ¿Podrá volver a restaurar el amor por Valerio?
Leer másGuillermo Mendoza aceleró el auto, había logrado escapar de sus secuestradores, el corte sobre su ceja sangraba profusamente, casi impidiéndole ver con el ojo izquierdo, su labio inferior estaba roto e hinchado, tenía al menos dos costillas rotas y hematomas en todo el cuerpo.
Apretó los dientes con furia, jamás se había esperado una traición como esa, había sido un completo imbécil por confiar en quien no debía y si no fuera porque había logrado sobrevivir a ese ataque, nunca habría sabido quién había cometido aquel traicionero ataque en su contra.
—¡Creí en ti, fui un tonto! —se lamentó, mientras pisaba el acelerador a fondo al ver por el retrovisor a sus secuestradores, los muy cretinos parecían empeñados a borrarlo del mapa a cualquier precio.
«¿Tanto era el odio y el resentimiento que Falcón sentía por él, que deseaban verlo muerto?» se preguntó, apretando el volante con fuerza hasta que sus nudillos se pusieron blancos.
Su cuerpo fue lanzado hacia delante, cuando el auto de atrás impactó contra la parte trasera de su auto, controlando el volante con mucha dificultad logró estabilizar. Sería un hombre muerto si esos tipos lograban cortarle el camino.
La imagen de Grecia llegó a su mente, dolido con ella; por ser parte de aquel acto ruin, él que sólo había sabido amarla, él que había sido capaz de desafiarlo todo por ella, incluso le había ofrecido el mundo convirtiéndola en su esposa, pero tal parecía que no era suficiente para ella. La familia Falcón lo querían muerto y no les había importado nada más que hacerse con su fortuna y sus negocios.
—¡Te juro que si sobrevivo vas a arrepentirte hasta de haber nacido Grecia Falcón!, ¡lamentarás haberme traicionado, lamentarás haber elegido a tu hermano antes que al amor que te di! —gruñó al mismo tiempo que recibía otro golpe haciendo que perdiera el control del auto y terminará cayendo por el barranco.
Imperio.Gimo bajo y ronco al sentir las manos de Tristán sobre mis pies, mientras estoy recibiendo el mejor masaje de mi vida, con siete meses de embarazo y mis pies se había hinchado debido a que estuve parada la mayor parte del día en la tienda, gracias al cielo teníamos un maravilloso movimiento y conseguimos algunos pequeños contratos con tiendas de la región para la distribución de mis prendas, eran pequeños, más para mí era todo lo que necesitaba para empezar a extenderme a lo largo de la ciudad. Sé que con un poco de paciencia y perseverancia un día no muy lejano podríamos convertirnos en una de los más grandes estudios de diseño y quizá exportar fuera de nuestro país. Claro, eso era un proyecto por el cual lucharía todos los días. Pero ahora mismo solo deseaba concentrarme en aquellas manos que eran el paraíso para
Imperio.El silencio de Tristán me asustó, por un momento creí que él saltaría de emoción, pero no fue así. Él estaba sereno tanto que el miedo se instaló en mi corazón, al pensar que ahora que nuestro hijo crecía dentro de mí fuera él quien no lo deseara. Más no dije nada porque no quería equivocarme de nuevo, le daría tiempo y espacio tal como él lo había hecho conmigo para no dañar más nuestra relación, pero…—¿Estás completamente segura? —asentí a su pregunta, tenía miedo de hablar y de no hacerlo también.—Sí, tú… ¿Estás feliz? —pregunté en un hilo de voz.—La pregunta es… ¿Sí tú eres feliz Imperio? —por un momento sentí que el aire sal&
Imperio.El alma me volvió al cuerpo por la tarde de aquel día, cuando lo vi regresar. Sin embargo, él se negó a hablar conmigo, podía ver en sus ojos el dolor que tontamente le había causado. ¿No podía ser más tonta?, me recriminé ¿Cómo había podido compararlo con Valerio? Había sido una reverenda estupidez de mi parte y aun así…—Tristán —le llamé al ver que cogía sus cosas de nuestra habitación. Un nudo se formó en mi garganta y el miedo recorrió cada rincón de mi corazón, mientras me preguntaba ¿A dónde se iría? ¿Me dejaría? No podría soportar perderlo, aunque fuera algo que yo misma provoqué—. Tristán no puedes irte —dije en un susurró.—No voy a irme Imperio, solo quiero darte
Tristán.Caminé desde la casa de Imperio hacia el centro de la ciudad, no había mucha distancia y podía recorrerlo sin ningún problema. Sus palabras se repetían una y otra vez en mi cabeza lastimando y lacerando mi corazón como jamás imaginé que lo haría. Y aun así era muy capaz de comprenderla.Vivir con Valerio no debió ser nada fácil y el peor del caso es que no fueron dos o tres años, fueron dieciocho años de sentirse enjaula, presa y el miedo de alguna manera volvió adueñarse de su corazón.—¡Maldición! —grité mi ira al viento, cerré los ojos para evitar que aquellas caprichosas lágrimas rodaran por mis mejillas. Era un hombre, pero… ¿Quién dice que los hombres no deben llorar? Quién lo dijo seguramente nunca amó de verdad.Y eso
Imperio.Estiré mi mano para sentir el cuerpo caliente de Tristán pegado a mi cuerpo, era la forma más maravillosa de despertar después de una noche de pasión. El problema era salir de la habitación y darnos cuenta de que lo quisiéramos no las cosas habían cambiado drásticamente en nuestras vidas.Han pasado ya cuatro semanas desde la propuesta irrespetuosa de los padres de Luciano y no puedo poner otro calificativo a lo que ellos habían hecho. Sus intenciones están lejos de ser buenas, despojar a una madre de su hija no podía ser calificado de otra manera que no fuera la más absoluta crueldad. Aún me costaba asimilar el cambio drástico que Luciano había tenido en cuestión de días. No podía cerrar los ojos y no reconocer los ojos de amor que tenía para Luciana. No llegaría a comprender jamás
Tristán.La ira corría a través de mis venas como si fuese lava, odiaba a Valerio con todas las fuerzas de mi ser, no comprendía cómo un hombre como él había logrado conquistar el corazón de Imperio en el pasado. Era violento, manipulador, el tipo de hombre que no debería siquiera existir en la faz de la tierra.—¡Voy a matarlo! —espeté sin poder evitarlo al mirar el labio roto de Imperio me llené de enojo, dolor y frustración. Ella estaba herida y yo lamentaba profundamente haber llegado tarde.—No Tristán, él no vale la pena, he hecho la denuncia a la policía, que sean ellos quienes se hagan cargo de él, no quiero que te ensucies las manos —el tono suplicante en su voz y sus manos acariciando mis mejillas lograron hacerme entrar en razón, ella no tenía por qué suplicarme, pe
Último capítulo