- ¡Eres increíble, chuchu!
Sí, lo era. Siempre tenía soluciones para todo, aunque fueran ridículas. Intenté besarla, pero ella apartó la cara. ¿Por qué coño me había negado a besarla durante tanto tiempo? Ahora me iba a hacer sufrir el resto de mi vida, suplicándome un beso.
- Déjame llevarte a casa.
- ¡No!
- Dices mucho "no". - Bromeé.
- Aprendí de ti.
- Ahora déjame ir, por favor. Puedes coger un taxi. Pero no olvides que es tarde y podrías tener la mala suerte de encontrarte con un conductor pervertido o incluso psicópata. Podría desearte... Y tratar de llevarte por la fuerza. No me gustaría despertarme mañana con la noticia de que han encontrado a mi mujer muerta en un acantilado, con signos de agresión sexual y física.
Tragó saliva:
- Está bien... Puedes llevarme a casa.
Cuando Olivia por fin me soltó y se bajó de mi regazo, la acompañé hasta mi coche. Pulsé el mando, la puerta se abrió y ella entró. Y entonces tuve que encerrar mis cojones en el coche.
Olivia empezó a golpear el