Viajé a casa como si acabara de venir de un funeral, tan dolida estaba por haber tomado la decisión de dejar libre a Olivia.
Ni siquiera podía identificar las sensaciones que mi cuerpo producía... Dolor, miedo, ansiedad, cansancio... Todo mezclado. En cuanto detuve el coche frente a la mansión Clifford, miré a mi alrededor. Hacía tiempo que no volvía por allí. De hecho, la única vez que me apetecía pisar aquel lugar era cuando Olivia aún vivía allí. Desde que ella se fue, todo acabó. Y el imponente edificio volvió a ser lo que siempre había sido, un conjunto de ladrillos y cemento frío y sin vida.
¡El amor era una mierda! Y quizá por eso mis padres nunca dejaron que ese sentimiento se apoderara de ellos. Al final, privándonos de afecto, se hicieron fuertes y no sufrieron. Y no sé si su objetivo al final era que nosotros también pudiéramos no sentir nada, blindados contra cualquier tipo de sentimiento que pudiera hacernos daño. Aun así, eran imperfectos.
Ni siquiera podía decir que seg