Esa mañana tenía una reunión muy importante con el Director General de una prometedora empresa farmacéutica que quería empezar a utilizar Clifford para fabricar sus medicamentos. Así que vi la oportunidad de ganar aún más dinero: alquilando parte de la industria de mi empresa a compañías más pequeñas. Por supuesto, además de cobrar por el servicio, ya había redactado un contrato por el que ganaría un porcentaje de la venta de cada medicamento.
Estaba repasando los últimos apéndices del contrato cuando oí un suave golpe en la puerta e Ingrid entró.
- No me interrumpas, Ingrid. Estoy muy ocupada.
- Señor...
- No!" Ni siquiera me molesté en levantar la vista en su dirección, ya que estaba totalmente concentrado en leer el contrato para estar bien informado sobre la propuesta que se le haría al director general de la otra empresa.
- Se trata de... Tu mujer.
La miré fijamente, dándome cuenta de que estaba un poco nerviosa.
- ¿Qué le ha pasado a Chuchu? - Cerré la pantalla del portátil.
- H