En cuanto me desperté, tardé un rato en darme cuenta de dónde estaba. Ah, sí, me había casado con Gabe Clifford, un hombre guapísimo con los ojos azules más bonitos que jamás he tenido el placer de ver, y se había marchado en nuestra noche de bodas, dejándome soñando con el ansiado "polvo".
Miré y vi el portarretratos con la foto de Jorel Clifford y yo, sonriendo felices en un crucero.
- Podríamos haber sido los dos, ¿verdad, hermanito Clifford? Creo que nos habríamos llevado bien -le suavicé la cara, siempre con aquella increíble sonrisa-. Te prometo que haré todo lo posible por no odiar a tu hermano. Me juré a mí mismo que nunca le desearía nada malo a nadie después de salir del infierno. Y Dios me escuchó y me llevó a casa de mi padre. No puedo romper mi juramento.
Entrecerré los ojos y miré el anillo que llevaba en el dedo, me lo quité e intenté leer el nombre que había dentro. Para asegurarme, me puse las gafas y confirmé que estaba casada con Gabe, pero que llevaba un anillo con