POV OLÍVIA
Me estiré lentamente en la cama mientras sentía el sol entrar por unas rendijas de las ventanas que estaban entreabiertas. No esperaba que Gabe estuviera a mi lado cuando me desperté. Y realmente no lo estaba.
Miré mi cuerpo y me di cuenta de las marcas violáceas de mi piel. Cada una de sus caricias se había quedado en mí. Estaba desnuda... Y ya no era virgen. Y la prueba estaba en las sábanas, que retiré de la cama.
Cogí un sillón, lo acerqué a la ventana y colgué las dos sábanas, con las gotas de mi sangre, la prueba de que era virgen e inocente, cosa que Gabe nunca quiso creer.
¿Por qué no podía borrar la sonrisa de mi cara? Porque era feliz.
Salté desnuda sobre la enorme cama, celebrando que por fin me había acostado con mi marido. Y le mordí la polla y no pude terminar la mamada, pero practicaría para no quedar mal la próxima vez. Y no practicaría con pollas de otros hombres, porque la de Gabe sabía bien. Practicaría con un plátano.
La cama de Gabe era un buen gimnasio