Estaba tan envuelto en aquella mujer que me alegraría tenerla a mi lado aunque estuviera atada. Pero no quería que me ignorara, como estaba haciendo ella en ese momento. ¿Cómo podría hacer que sus ojos volvieran a brillar? Ni siquiera me regaló una sonrisa, de esas que hacían que el mundo entero cobrara sentido sólo por ver sus dientes y su alegría en un día en el que no había nada especial, pero se convertía en tal simplemente porque ella existía.
- La llevaré a casa. - Lo dejé claro.
Maldita sea, ¿qué pasa con Jorel? No, no podía dejarlos a ambos bajo el mismo techo. ¡No estaba destinado a ser un cornudo! ¿No lo era? ¿No había besado ya a mi hermano? Mi puta mujer besó a mi puto hermano, que luego la apartó de mí, provocó un accidente y yo estaba allí... Suplicando internamente ser perdonado... ¿Por el beso que ella le dio?
Vale, había cogido un acompañante de pago. E hice todo mal. Pero mal estaba bien, porque el objetivo era llegar a su padre y él estaba cabreado. Y yo... ¡Maldita