[DANA]
(AÑOS ANTES)
Estaba sentada en el pequeño balcón, a centímetros del marco de la ventana, leyendo uno de mis libros favoritos de Nicholas Sparks, sobre un hombre y una mujer que se encontraban luego de veinticinco años y reavivavan su amor, cuando la puerta del cuarto se abrió de par en par y por ella entró un sonriente y enamorado Ángel, ocultando algo tras su espalda. Sonreí al ver cómo trataba de esconder sin pena ni gloria los pétalos que sobresalían a un lado y cubrí mi rostro con el libro, mostrando falsa vergüenza. Ángel se acercó despacio mientras me preguntaba:
—¿Adivinas que te traigo?
Lo miré incrédula. O no sé si esa sería la palabra que utilizaría para describirlo, porque... ¿Cómo no lo sabría? Se echaba de ver a un lado.
—Ah, no sé. Tal vez un Ferrari.
—No, cariño. Un Ferrari no cabría tras mi espalda —hizo un puchero entre negaciones y con su ceño fruncido.
—No es porque no lo puedes cargar.
—¿Bromeas? Tengo la fuerza descomunal de Hércules.
Me eché a reír.
—Ajá,