[DANA]
—¿Estás bien? —pregunta Max, mirándome con preocupación.
Pero no, no lo estoy. Juro que fue tan real... lo vi. Es imposible imaginarme esos hermosos ojos azules a la perfección.
—Sí... no... solo estoy pensando en mi cartera de mano... no sé si la dejé en la habitación o en la azotea, y me preocupa perderla.
Mis palabras no son del todo mentira; en verdad no sé en dónde dejé mi billetera. Pero mi mayor problema, en realidad, no es ese, sino aquella imagen, aquella escena... aquella mirada.
Necesito aire. Siento que me falta la respiración y tengo mucha ansiedad, pero no quiero preocupar a nadie, así que, usando lo de la billetera como excusa, dejo a Max con los socios de la editorial y subo al elevador en camino a la terraza.
En el intervalo de tiempo que paso en aquellas cuatro paredes de metal, pienso en Ángel, pienso en Max y pienso en Daniel...
¿Se puede amar a tres personas al mismo tiempo?
Ángel ya no está, pero siempre será la persona que me enseñó a amar de verdad.
Dani