Capitulo XXI

Pasamos unos días en el hospital de Vadío Viejo, donde tuvieron que intervenir a Falcón para tratar de arreglar el desastre que hicieron esos malditos con él. Por supuesto, me quedé a su lado. Ninguno de los dos confiábamos en nadie más que nosotros mismos.

El primer día, López vino a vernos y trajo consigo nuestras pertenencias que pudo recuperar de la hostería. Dos días después, regreso con mi auto y bolso. La versión oficial, habíamos sido asaltados en la frontera.

Una vez que le dieron el alta a Ignacio, nos subimos al vehículo y abandonamos Vadío Viejo sin mirar atrás. Con la horrible sensación de estar siendo observados en todo momento, encima la frustración de tener que volver con las manos vacías y la cola entre las piernas.

Huyendo, como dos míseros cobardes. Espantados por los recuerdos de nuestro cautiverio

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