"Está funcionando". Susurró Lyra, su voz apenas era audible.
Su padre, Joe Thompson, logró incorporarse con cierto esfuerzo, luego balanceó las piernas sobre el borde de la cama y murmuró. "Es como un milagro".
Lyra grabó cada instante, con su mente girando entre las posibilidades. La recuperación de su padre sobrepasaba cualquier esperanza que hubiera albergado. Al fin y al cabo, para los ricos, la salud era el tesoro más preciado.
"Padre, iré a llamar a mamá". Dijo Lyra, poniéndose de pie antes de salir silenciosamente de la habitación, con el corazón desbordante de emoción.
Mientras tanto, Joe observó el celular junto a su cama. Tras meses de confinamiento, sentía un torbellino de ideas en su mente, tomó aire profundamente y marcó un número al que no había llamado en años.
"¿Alfred Kingston?" Preguntó cuando la línea conectó.
"¿Joe Thompson?" Alfred contestó con asombro. "Me enteré que estabas en cama, recuperándote de un ataque cerebral".
"Mi hija consiguió un remedio creado por La