El corazón de Álex se enfrió, retorcido por una punzada profunda de arrepentimiento.
Lastimar a Sofía nunca fue su intención.
Ella era su todo—su razón para respirar—pero todo sobre ella llevaba sus emociones más allá del control.
Cerca de ella, su corazón se convertía en una tormenta de amor y dolor, tan feroz que no podía pensar claramente.
Quería venganza de todos los que habían lastimado a Sofía, incluso de su propia madre.
Sin embargo, ahora, viendo a Sofía correr entre ellos, todo lo que podía sentir era culpa.
Se quedó congelado, ojos pesados con vergüenza, inseguro de cómo siquiera comenzar a explicarse.
Sofía miró a Álex, ojos gentiles a pesar de la tensión.
—Está bien —susurró suavemente—. Sé que no fue tu intención. Solo no quiero que lastimes a mi madre, incluso si ella es la que está equivocada.
Álex bajó la mirada, voz apenas audible.
—Lo siento.
Sofía se acercó más y lo abrazó.
—No te disculpes —murmuró contra su pecho—. Sé exactamente por qué actuaste de esa manera. Est