Sofía miró al otro lado de la calle a Álex y Lyra, su corazón hundiéndose.
Una era su amiga más cercana, y el otro era el hombre que una vez le dio todo.
Pero en aquel entonces, nada de eso importaba.
Ahora, cuando finalmente estaba lista para entregarle su corazón, todo lo que la esperaba era dolor.
—Bueno —susurró Gilbert de repente detrás de ella, su voz goteando burla—, ¿no crees que hacen una pareja encantadora, Sofía?
Ella suspiró, el agotamiento llenando su voz.
—Gilbert, ¿realmente crees que haríamos una buena pareja?
—¿Qué? —se burló Gilbert—. ¿Estás teniendo dudas después de todo lo que Laura hizo por ti?
Sofía se mordió el labio, la ira y el arrepentimiento retorciéndose dentro de ella.
—Tal vez Álex tenía razón. Tal vez ni tú ni Laura realmente lo ayudaron. Lo que significa que no les debo nada a ninguno de los dos.
—Me debes a mí, Sofía —gruñó Gilbert, su voz bajando peligrosamente.
—Laura ayudó a liberarlo. Ahora es tu turno de pagarme, ¡o créeme, te arrepentirás de cruza