Sofía no podía entender por qué Álex la estaba tratando tan duramente.
¿No se daba cuenta de que había renunciado a todo solo para asegurar su seguridad?
Respiró profundamente, forzándose a pensar positivamente. Tal vez la terrible experiencia militar lo había dejado conmocionado e intranquilo.
Quizás solo estaba herido, emocionalmente vulnerable.
Se acercó cautelosamente, los ojos llenos de preocupación.
—Álex, ¿qué pasa? ¿Estás herido? ¿Necesitamos llevarte a un hospital? —Su voz tembló ligeramente con genuina preocupación.
Álex la miró de vuelta con incredulidad, incapaz de entender su pensamiento.
¿Cómo podía estar parada al lado de otro hombre y aún fingir que le importaba?
¿Había algo seriamente mal con su cabeza?
La miró con dureza, la amargura coloreando cada palabra:
—Estoy perfectamente bien, señorita Lancaster. Muchas gracias por su preocupación. Pero tal vez debería preocuparse más por su cita. Su novio merece toda su atención.
—¿Novio? —Sofía miró nerviosamente a Gilbert,