Sofía finalmente se dio cuenta: tenía que pagar el precio por todo lo que le había hecho a Álex.
Había elegido divorciarse de Álex simplemente porque era un patético ex soldado sin riqueza ni influencia.
Pero ahora, en su corazón, sabía que Álex era el único que realmente la entendía, el único dispuesto a sacrificar cualquier cosa por ella.
El dinero, el poder, las personas que había perseguido para mejorar su vida, todos la habían traicionado.
Cada uno de ellos la había usado para sus propósitos egoístas.
Sofía había desechado a Álex porque lo veía como inútil, y persiguió a hombres poderosos que la veían exactamente como ella había visto a Álex en su momento: como una herramienta, nada más.
Ninguno de ellos vio nunca su verdadero ser, su corazón real.
A sus ojos, ella era solo otro trofeo, definida por su estatus y riqueza.
No era una persona real para ellos, solo otro objeto brillante para añadir a su colección.
En lágrimas, Sofía finalmente entendió que había perdido algo precioso