Diez minutos antes, Cuatro y su equipo yacían escondidos dentro del espeso follaje de la selva, ojos entrenados en una villa aislada profunda en las sombras.
Guardias blindados patrullaban los terrenos, sus movimientos tensos y vigilantes.
—Este lugar siempre estuvo desierto —susurró Cuatro bruscamente.
—Parece que Hugh Jones finalmente decidió usarlo. Jasmine podría estar ahí adentro también.
Señaló enérgicamente con su mano, y dos miembros del equipo rápidamente se desvanecieron en la maleza densa.
Minutos después, uno regresó, arrastrando a un cautivo asustado por el cuello.
—¡Habla! —exigió Cuatro, ojos ardiendo con intensidad—. ¿Está Hugh Jones adentro? ¿Qué hay de Jasmine Kingston?
El cautivo tembló, su voz apenas un susurro. —Hugh está ahí... con una mujer.
—¿Cuántos adentro? —presionó.
—Como veinticinco —tartamudeó el hombre, pánico evidente en su rostro.
Otro miembro del equipo se acercó. —Conté aproximadamente diez afuera. Probablemente quince más adentro.
Cuatro sonrió, agud